“Roberto Romero era un hacedor de cosas imposibles”. Así definió el periodista y exintendente Néstor Salvador Quintana al exgobernador de Salta y propietario de diario El Tribuno, durante el acto realizado en el complejo editorial para recordarlo al cumplirse 20 años de su fallecimiento.

La esposa del exmandatario, Elena Di Gangi y sus hijos Juan Carlos, Marcelo, Lucía y Sergio, junto a las hermanas del don Roberto, Nelly y Nina, presidieron el acto que se llevó a cabo frente al monumento ubicado en el jardín de la planta editora de El Tribuno.

A don Roberto, como la mayoría solía decirle, se lo recordó destacando algunos de los rasgos más distintivos de su personalidad: humildad y tenacidad. Ambos hicieron de su gestión al frente de la Provincia un suceso paradigmático que marcó a los salteños; ambos fueron un no distintivo de su espíritu emprendedor como empresario y en su vocación para brindarse a la comunidad.

Junto a los familiares del exgobernador, estuvieron el presidente del Concejo Deliberante a cargo de la intendencia capitalina, Tomás Rodríguez; el intendente de Cerrillos, Humberto Corimayo; el exintendente de Gemes, Alberto Cabana; el rector de la Universidad Nacional de Salta, Víctor Claros; la subsecretaria de la Juventud de la Provincia, Evita Isa; el exvicegobernador Walter Wayar; el exintendente Walter Luna; el diputado provincial y titular de ATSA, Abel Ramos; la titular de la AMT, Adriana Pérez; los concejal Raúl Medina y Pedro Serrudo; la funcionaria municipal Silvia Varg de Nioi; Pedro Cruz y Carlos Rodas, de la CGT Regional Salta y las 62 organizaciones gremiales peronistas; los diputados Guillermo Martinelli y Guillermo Durán Cornejo; los dirigentes del Partido Justicialista Nora Ríos, Lita Lagomarsino, Jorge Nelson Montoya, Eduardo Ahuerma y Augusto Ortiz; el senador por La Caldera, Juan Moreira; Ana Acuña de Macedo, de la Mesa Panamericana de Mujeres; los exfuncionarios provinciales Manuel Brizuela y Manuel Sundblad; los empresarios Julio Moreno y Dante Apaza; la cantante Gladys Rodríguez, además de amigos del ex gobernador, periodistas y otros invitados especiales.

El hombre en palabras

Roberto Romero falleció el 15 de febrero de 1992, en un accidente de tránsito en Brasil. Dejó un legado transformador para Salta en cuanto a políticas públicas, a crecimiento regional y como dirigente visionario de un futuro mejor para los salteños.

“Romero llevaba la política en la sangre como llevaba la tinta de periodista”, aseguró Quintana en la ceremonia. Y contó una anécdota: “Cuando Romero era gobernador y (Raúl) Alfonsín presidente de la Nación, había que tratar temas importantes. Alfonsín nos decía a los dirigentes radicales que iba a hablar con Romero "porque él entendía muchas cosas de política y era un hombre de diálogo, de unidad, de fraternidad”.

El exintendente de Salta, Eduardo Sángari, describió al primer gobernador constitucional de Salta tras el regreso de la democracia en 1983, como “un optimista que con alegría hacía acercar el horizonte, en cambio nosotros vamos hacia el horizonte”.

Sángari relató un episodio con el que describió la “humilde capacidad de pedagogo” de Roberto Romero. “Una vez, siendo funcionario, me llamó a su casa. En el inmenso hall había una pequeña habitación con un escritorio donde se esperaba para conversar con él. Sobre el escritorio había un libro cuyo título aún me acuerdo: La crisis del azúcar en el mundo. En ese momento pensé "yo soy ingeniero, don Roberto seguramente no va a leer este libro, se lo voy a pedir'. Llegó el momento del diálogo y lo primero que hice fue decirle: "Don Roberto, usted, que no va a leer el libro, ¿me lo puede dar?' me dijo: No, Eduardo, porque lo estoy terminando de leer. Y me dio una clase magistral de la importancia del azúcar en los pueblos subdesarrollados, hasta cómo se fija el precio internacional me dijo. Era un pedagogo humilde y yo, por supuesto, jamás develé ese pensamiento que tuve antes de la conversación”.

El ingeniero Roberto Adán Galli, exadministrador del grupo Horizontes S.A., destacó que Roberto Romero fue alguien que siempre supo valorar todas sus inquietudes, pero en especial la amistad. “Roberto sabía ser amigo, ­y qué amigo! Era una persona íntegra que hacía cosas increíbles por la gente que quería, brindando su generosidad, su gran cariño y este sentimiento tan noble que se llama amistad”.

Después de la ceremonia en el complejo editorial, familiares y amigos se trasladaron al cementerio De la Santa Cruz, donde se ofició una misa en la capilla donde descansan sus restos.