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4 DE Agosto 2012 - 22:21
“Hay una manifestación masiva del catolicismo, pero dentro de esa masa no todos viven realmente comprometidos”.
“El catolicismo no te impone un esquema de manera obligada, solo te muestra que hay un camino, que es seguir a Cristo”.
Hace 54 años nació en Rosario de la Frontera (Salta) Dante Bernacki, el vicario de la Arquidiócesis de Salta. Recordó que desde chico supo que quería seguir el camino de Cristo. Así fue que a los 17 años decidió, luego de varias pruebas que se le presentaron, entregarse al sacerdocio y se marchó a La Plata para iniciar el seminario. Las pruebas de fe que se le cruzaron en el camino fortalecieron su vocación a Dios, la que -asegura- nunca puso en duda.
Bernacki dialogó con El Tribuno en una interesante entrevista. Relató cómo nació su vocación por Dios y expone su mirada sobre la situación que atraviesa la sociedad y sobre la coyuntura política del país.
¿Desde chico sintió una inclinación por el sacerdocio?
Siempre supe que tenía una preferencia por todas las cosas que te acercan a Dios. En algún momento de la adolescencia uno pasa por crisis propias de esa etapa, pero no lograron que dudara de mi fe ni de mi vocación. Muchas veces se escucha decir a los sacerdotes que la vocación comienza con un llamado de Dios. Si es que eso le sucedió, ¿cómo recuerda ese momento?
Lo describo. Fue una circunstancia muy particular la que me remonta a lo que sentí. Yo iba a estudiar ciencias económicas en Jujuy. Hice el ingreso, pero tenía pendiente decidir si lo que realmente quería era entrar al seminario; en el fondo sabía que la cuestión no pasaba por estudiar ciencias económicas. Recuerdo que sentía un impulso tan fuerte que no me dejaba en paz en ningún momento. Es algo que me quemaba por dentro. Dios te busca por más que intentes tapar el llamado, y la opción me tiraba fuertemente. Entonces, decidí escribirle una carta a mis padres para decirle que quería entrar al sacerdocio. Al comienzo no me comprendieron o no entendieron, algo que suele pasar, aunque lo aceptaron. Así, entré al seminario en La Plata, en el año 1977.
¿Qué situación lo llevó a reafirmar su decisión de ser sacerdote?
Un hecho que me marcó definitivamente fue cuando de joven estaba participando en un pesebre viviente en un pequeño pueblo del interior. Cuando bajaba del cerro un pueblerino se acercó a mí y me suplicó que le dé la palabra de Dios, que allí la necesitaban. Me quedé pensando por qué la Iglesia no mandaba un sacerdote a ese pueblo, pero di vuelta el razonamiento: ¿y por qué no soy yo el que lleve la palabra a ese pueblo? Este hecho me ayudó a definir con más firmeza aún que seguir a Dios es mi camino. El llamado de Dios implica una elección. No basta toda una vida para saber por qué nos eligió; solo sabemos que es por amor.
Usted participó activamente de la llegada de Juan Pablo II a Salta... ¿Qué significó para usted haberlo conocido?
Fui maestro de ceremonia cuando vino el papa Juan Pablo II. Estuve a cargo de la organización y de su estadía acá. Esa visita me dejó una gran marca. Cuando lo ví... fue un momento único. Me encontré con una persona que me reflejó el rostro de Jesús. Siento que él me cambio la vida y su carisma me llegó al centro del corazón.
Cada celebración del Milagro los salteños están cargados de esperanza. ¿Cómo describiría la importancia de esta fiesta religiosa para Salta?
Yo creo que el verdadero Milagro se produce en el confesionario. Los salteños tenemos la experiencia de vivir un Milagro renovado. Cada celebración es realmente auténtica y hace a la esencia de la salteñidad, del salteño mismo. Los salteños que están en otras provincias también lo viven y sienten mucho.
Usted lo vive de una manera particular desde hace unos años.
El hecho de tomar la decisión de acompañar a la gente de la Puna en las peregrinaciones del Milagro me cambió por completo, me enseñó a vivirlo de otra manera. Me permite estar con ellos durante todo el camino que hacen para llegar a venerar a Jesús y a la Virgen. A través de esta experiencia vivo el Milagro de una forma muy pura.
Salimos el 8 de septiembre desde el Salar Centenario y llegamos a la ciudad de Salta, luego de caminar 292 kilómetros, el 14 de septiembre.
En la provincia se mantiene la creencia de que sería castigada si en alguna ocasión no se saca las imágenes de los santos patronos. ¿Qué opina al respecto?
Es un poco infantil creer en eso. De nada sirve participar ese día si después uno sigue viviendo igual que antes, sin acercarse a Cristo.
¿Coincide en que cada vez son menos personas que se acercan a la Iglesia católica?
Estadísticamente no lo sé. Lo que sé es que a mi parroquia (iglesia del Tránsito) cada vez viene más gente. Hay personas nuevas que buscan el compromiso y que lo necesitan. Es importante que hagamos una distinción: por un lado hay un una manifestación masiva del catolicismo, pero dentro de esa masa no todos viven realmente comprometidos. Ahí es cuando podemos hablar de una masa reducida que es la que vive conforme al Evangelio. El compromiso de la gente comienza con una responsabilidad para seguir el camino de Dios y veo más gente que lo hace.
¿Cómo impacta en los fieles la cantidad de hechos que se denuncian sobre la iglesia?
Puede impactar, no lo niego. Pero no sobre los creyentes y practicantes comprometidos con Cristo. Los medios influyen en estas críticas y a veces se ensañan demasiado. Hay bombardeos permanentes que tienen cosas de verdad y otras que lo son. Hay que entender que la Iglesia es santa y pecadora, está constituida por hombres. Un sacerdote es un hombre tan débil y limitado como cualquier otro hombre de la tierra. La Iglesia tiene cosas de Dios y cosas del hombre.
¿Usted cree que es difícil para Iglesia compatibilizar los valores que promulga con los que hoy rigen en la sociedad?
La cuestión no es tratar de adecuar la palabra del Dios al mundo de hoy, sino tratar de que la palabra de El ilumine al mundo. Jesús nunca impuso, siempre propuso. El catolicismo no te impone un esquema y te obliga a pensar así. Solo te muestra que hay un camino más allá de los valores que una sociedad sostenga y te invita a seguirlo.
“Hoy la escuela se ocupa de temas que antes pertenecían al ámbito familiar. A los 8 y 9 años ya comienzan las crisis”.
Mucha gente considera que la Iglesia es retrograda y conservadora...
La Iglesia trata de ser fiel al Evangelio. Los valores del Evangelio no son los valores del mundo de hoy. La Iglesia trata de ser fiel a la palabra de Dios, cualquiera sea el momento por el que atraviese un pueblo.
¿Cómo observa los debates que se dan sobre el aborto o la educación sexual?
Considero que hay temas que son opinables y otros no. Los derechos humanos son no son opinables, sino válidos y considerados por todos. Dentro de estos derechos está el derecho a nacer; entonces, si no defendemos el derecho más fundamental, no pretendamos defender los otros.
¿Qué mirada tiene sobre el rol de la familia en la sociedad?
Las familias atraviesan una situación crítica, aunque no todas. Las cosas cambiaron. Hoy ambos padres tienen que salir a trabajar para mantener la estructura familiar y los chicos se quedan solos todo el día. Esto se traduce en una falta de comunicación que es muy importante mejorar para que la familia se sostenga.
La educación fundamental se recibe en la casa. Hoy la escuela se ocupa de temas que antes se ocupaba la familia. Además, los chicos queman etapas mucho mas rápidamente. A los 8 y 9 años ya comienzan las crisis y hay chicos que llegan a la universidad con un alto nivel inmadurez.
Padre, ¿cuál es la visión que tiene sobre la situación política de la Argentina?
Yo considero que hay un desdoblamiento de la realidad o dos realidades. Hay un país real que está sufriendo, que es distinto al que se describe como si fuese el de “Alicia en el país de las Maravillas”.
O sea que para usted hay dos Argentina, ¿una que se sustenta en un relato y otra real?
Lo que veo es que hay un país que sigue un modelo, que todavía no termino de entenderlo, y un país real que es el que esta sufriendo. Hoy (por el viernes) escuchaba el anuncio del aumento de la jubilación mínima y me preguntaba quién podría vivir en Argentina con $1.800. También creo que la educación está cayendo cuando deberíamos orientarnos a la excelencia educativa.
¿Qué cosas fundamentales cree que le faltan al país?
Proyectos. Le faltan políticas educativas y sanitarias de largo plazo. Por el momento observo que se saca la manguera para apagar el fuego. Yo, sí tengo esperanza de que el pueblo argentino podrá salir adelante.
Respecto a la clase dirigente...
La clase dirigente tiene que aprender a escuchar al pueblo. No se puede sostener el hecho de que yo tengo una idea y se la impongo al pueblo; muchos menos tildar de antidemocráticos a quienes rechazan esa idea.
Los dirigentes tienen que sintonizar con lo que el pueblo siente. Así, las cosas serían distintas. La humildad es importante porque acepta el intercambio y la interpelación. Necesitamos un cambio de actitud de los dirigentes.
Y a Salta ¿cómo la observa?
Alrededor de la plaza de 9 de Julio es una maravilla la situación, pero caminás cuatro cuadras y la realidad empieza a cambiar. Hay un Salta para los turistas y otra más real que se parece al país. Argentina, está sufriendo mucho. Hay una mayoría cada vez más grande que está pasando por momentos difíciles.
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