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Quienes duermen menos ven afectada su agilidad mental. Además, decaen los genes que dan respuesta al estrés.
16 DE Octubre 2013 - 02:06
Hace tiempo se sabe que el número de horas de sueño del que disfrutan las personas declina con la edad. Esto sucede por varias razones, entre ellas que vivimos en una cultura que propicia la creencia de que dormir es un lujo, algo que fácilmente puede recortarse si hace falta. Después de todo, para eso es la cafeína: para despertarte de un sacudón. Pero mientras el promedio de sueño que obtenemos ha caído, las tasas de obesidad y diabetes se han disparado. ¿Es posible que haya una conexión entre estos hechos?
Un grupo de científicos quiso averiguar qué efecto tendría incrementar solo 60 minutos el promedio de horas de sueño. Así que le pidieron a siete voluntarios, quienes normalmente duermen entre 6 y 9 horas, que se prestaran para un estudio en el Centro de Investigación de Sueño de la Universidad de Surrey, en el Reino Unido.
Los voluntarios fueron distribuidos aleatoriamente en dos grupos. A uno se le pidió dormir seis horas y media; al otro, siete horas y media. Una semana después, los investigadores tomaron muestras de sangre e intercambiaron los grupos: se le otorgó una hora más de sueño a los que durmieron menos y viceversa.
A todos se los conectó a un electroencefalograma portátil, un aparato que mide la actividad cerebral durante la noche. Lo primero que se notó en los voluntarios que durmieron siete horas y media fue que habían caído rápidamente en un estado de sueño profundo. Podría parecer que en ese estado se descansa mucho, pero durante el sueño profundo los cerebros en realidad trabajan bastante. Una de las principales cosas que hace el cerebro es pasar recuerdos del archivo temporal al archivo de largo plazo, de manera que a la persona le queda “más espacio” para recuerdos de corto plazo al día siguiente.
Si no se duerme en forma adecuada, estos recuerdos se pierden. Algunos especulan: “Voy a dormir menos entre semana y recupero el sueño el fin de semana”. Desafortunadamente, no funciona así, porque los recuerdos deben ser consolidados en un plazo de 24 horas. En virtud de esto, es importante que si la persona está estudiando o va a rendir un examen, se asegure de dormir lo razonable. En un estudio, quienes no lo hicieron tuvieron resultados inferiores al de sus compañeros en un 40%.
Cuando los voluntarios completaron la segunda semana del experimento se conoció el efecto de cambiar de un patrón de seis horas y media de sueño a uno de siete horas y media, y al revés. Las pruebas de computadora revelaron que la mayoría encontraron difíciles las tareas que requerían agilidad mental si habían dormido menos, pero los resultados más destacados salieron de los exámenes de sangre. El doctor Simon Archer y su equipo en la Universidad de Surrey estaban particularmente interesados en identificar qué genes se “apagaban” o “prendían” en los voluntarios como resultado de cambios en su patrón de sueño. “Encontramos que unos 500 genes estaban afectados”, explicó Archer.
Lo que descubrieron fue que cuando los voluntarios dormían una hora menos, los genes asociados con procesos como inflamación, respuesta inmune y respuesta al estrés se volvían menos activos. El equipo también notó un incremento en la actividad de los genes asociados con la diabetes y el riesgo de cáncer. Lo contrario ocurría cuando se añadía una hora de sueño. Así que el mensaje claro de este experimento es que dormir menos de siete horas puede repercutir negativamente en la salud.