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La seguridad del clásico rosarino contó con 2.000 efectivos policiales en puntos estratégicos de la ciudad pero no pudieron evitar la muerte del chico.
22 DE Octubre 2013 - 01:08
El crimen, que se sumó a la larga lista de hechos sangrientos relacionados al fútbol, es uno más en una ciudad salpicada por una ola de violencia y donde la vida pareciera no tener valor alguno. El crimen fue cometido cerca de las 19.30 del domingo y la víctima fue identificada como Gabriel Alejandro Aguirre, un chico que residía en una vivienda situada en Pasaje Rafaela al 5.200, en el barrio Ludueña. Pocos minutos después de finalizado el clásico, el chico fue atacado junto a un grupo de amigos identificados con los colores de Newell's por una barra que vestía camisetas del canalla. “Gabriel estaba con un grupo de chicos que tenían camisetas de Newell's haciendo música mientras circulaban por la calle Camilo Aldao”, indicó Claudia de Gottardi, directora del establecimiento educativo al que concurría el niño.
En ese contexto y por azar del destino, se cruzó con otro vinculado a la barra de Rosario Central que se movilizaba en sentido contrario, situación que dio lugar a un intercambio de insultos primero y a la tragedia después. La maestra contó que luego de los insultos, tres de los desconocidos esgrimieron armas de fuego y realizaron varios disparos, tres de los cuales terminaron con la vida de Gabriel, quien cursaba el séptimo grado en la escuela Ludueña. “A mí lo que me llama mucho la atención es la cantidad de disparos, fueron entre ocho y diez: tres al cuerpo de Gabriel y los otros al aire”, contó la directora conmovida por el hecho. Como consecuencia de la muerte del joven las autoridades educativas resolvieron suspender las clases en la modesta escuelita del barrio Ludueña. Por el luctuoso hecho, hasta el momento no se habían concretado detenciones, pero el autor estaría identificado.