Jorge Rafael Videla murió en el penal de Marcos Paz, mientras cumplía una condena de prisión perpetua por sus crímenes.

Fue una pieza fundamental de toda una maquinaria represiva en Argentina que utilizó un método fascista como medio de acción. Es responsable, no solamente de la desaparición de 30 mil personas sino también de la apropiación y secuestro de niños y niñas de la Argentina que aun hoy permanecen en esa situación de desaparecidos en relación a su identidad.

Con él se va la información mas valiosa para los familiares de las víctimas de terrorismo de Estado, que es saber adónde están los desaparecidos.

En este plano vale recordar que todavía se siguen buscando a nietos e hijos que fueron sustraídos de su madres. Son unos 500 menores que aún siguen reclamando por su identidad, a pesar de que ya muchos fueron encontrados. En el caso concreto de Salta, aún hay 230 familias que necesitan saber adónde están sus familiares, que permanecen en calidad de detenidos y desaparecidos. Ellos no pueden cumplir con el rito de la muerte porque no tienen un cuerpo que velar, posibilidad que sí tendrá la familia de Videla.

Mentor del horror

Videla es el símbolo de la dictadura más sangrienta de la historia del país. Desde su inicio actuó siempre al margen de la ley con los detenidos y posteriormente con los desaparecidos. Ellos no tuvieron garantías para ser juzgados, garantías de las que él si gozó, ya que fue juzgado en un estado de derecho.

Fue el ideólogo de la maquinaria del terror que implementó. No sólo responsable de la desaparición vejámenes y la sustracción de los menores en los oscuros años de la dictadura. Con su muerte se va información valiosa que podría haber servido para encontrar ala cientos de desaparecidos, cuyos familiares aun siguen esperando saber datos sobre el cuál fue su destino.

Los familiares de Videla van a tener la posibilidad de velarlo y enterrarlo como a cualquier ser humano, rituales que no tuvieron oportunidad de acceder los familiares de miles de desaparecidos en nuestro país.

* Abogada querellante del primer juicio de lesa humanidad en Salta