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Católicos, cristianos, judíos y musulmanes dijeron que la única condición es no causar perjuicios a terceros. También coincidieron en recomendar que el tema se aborde en todos los ámbitos de la sociedad.
7 DE Julio 2018 - 22:08
Luego de que el miércoles pasado ambas cámaras aprobaran por unanimidad la denominada “ley Justina” -mediante la cual todos los habitantes del suelo argentino mayores de 18 años se convierten en donantes de órganos, a menos que expresen su oposición por escrito-, comenzó a trascender que 70.003 salteños ya habían abandonado la figura de “dador presunto”, acuñada en la ley de 2006. Es más, aún cuando recién comienzan a correr los 90 días necesarios para que se reglamente la norma, desde el Cucai Salta dijeron a El Tribuno que estos últimos días acudieron al organismo muchas personas para manifestar su negativa de ser donantes, por lo que esta cifra se incrementaría.
El Reporte del Registro Nacional de Expresiones de Voluntad para la Donación tiene asentado que 1.058.578 personas no donarían sus órganos en todo el país y Salta se ubica cuarta entre las provincias donde mayor cantidad de negativas hubo, detrás de Buenos Aires, Córdoba y Santa Fe.
Mientras diversos sectores de la sociedad analizan objeciones y se prueban argumentos bajo aspectos jurídicos, médicos y legales sobre donación y trasplante de órganos, la voz de los líderes religiosos en Salta es unánime. Todos difunden en sus comunidades que se trata de un acto noble y solidario.
“La Iglesia acepta la donación de órganos en un doble sentido: la donación de un donante vivo a otro paciente solo puede hacerse con el consentimiento consciente de quien lo ofrece para salvar la vida de otra persona, si los peligros y riesgos físicos o psíquicos sobrevenidos al donante son proporcionados al bien que se busca en el destinatario, de acuerdo con el Catecismo 2296, o en caso de muerte cerebral irreversible del donante, practicando la ablación de los órganos para trasplante”, ”, instruyó a este medio el padre Dante Bernacki, referente de la Iglesia católica. Añadió que quien se refirió expresamente al tema fue san Juan Pablo II, en un discurso dado en ocasión del XVIII Congreso Internacional de la Sociedad de Trasplantes. “El dijo que es ‘la decisión de ofrecer, sin ninguna recompensa, una parte del propio cuerpo para la salud y el bienestar de otra persona’. Entonces pasa por una decisión de amor al prójimo. Dar la vida por la persona amada y esta es la manifestación del grado más elevado de amor, tal como Jesús lo hizo con nosotros en la cruz”, detalló Bernacki. Luego citó la encíclica “Evangelium vitae”, también del 264° papa de la Iglesia Católica. “Él allí afirmó que una de las maneras de promover una verdadera cultura de la vida ‘es la donación de órganos, hecha de una forma éticamente aceptable, que permite a unos enfermos, que a menudo no tienen esperanza de curación, encontrar unas nuevas perspectivas de salud y de vida’. En resumen, esta actitud tiene que ver con la verdad evangélica de ‘dar la vida por el hermano’, más aún con el avance de la ciencia médica, que asegura la eficacia y la optimización de la calidad de vida en quienes reciben un órgano de un donante cadavérico”, destacó, al tiempo que recomendó tratar el tema de la ablación de órganos en familia, debido a que “no solo implica al donante, sino a su ámbito familiar esta actitud heroica y absolutamente altruista”.
Por su parte, el reverendo Hugo Vergara, representante de la Iglesia anglicana en Salta y médico de profesión, indicó que “como cristiano de una comunidad protestante evangélica no puedo ni debo mantener objeciones sobre la ablación y trasplante de órganos”. Asimismo, refirió que Pablo de Tarso en el Nuevo Testamento “hace mención al cuerpo como algo temporal, al que sí debemos cuidar, no como ciertas culturas que tenían una contradicción entre denigrarlo o endiosarlo”. “En el primer caso ( I Corintios 5): ‘En el cuidado pues pertenece a Dios y debemos honrar a Dios con nuestro cuerpo’. Pero en II Corintios 5 : 1-5 habla de la temporalidad y que este cuerpo desaparecerá para ser revestido de lo celestial. Así, qué mejor que dar vida con nuestro cuerpo a quien no la tiene. Es un acto de amor sacrificial”, definió Vergara, para quien, además, “debemos despojarnos de la mística que el alma o el espíritu son transferido a otros. Para no ser tan extenso, Jesús dice que no hay mayor amor que este que dar la vida por un amigo (Juan 15:13), o quizás a cualquiera como Él la dio”. Por último, Guillermo González Anderson, pastor de la iglesia del Centro, perteneciente a la Asociación Evangélica Asamblea de Dios en Salta, destacó que “todo lo que esté a nuestro alcance para salvar una vida merece nuestra consideración y apoyo, siempre y cuando esa acción no perjudique o dañe la vida de otra persona”. Luego introdujo al debate una cuestión no menor. “Nosotros consideramos que la vida del ser humano tiene valor desde el mismo momento de su concepción, y sabemos que en algunos tipos de trasplantes intervienen las células madres. Por ello, nuestra pregunta a resolver sería de dónde se obtienen esas células madres”, objetó. De todas maneras ratificó su postura favorable a la ablación de órganos, “siempre y cuando sea de un donante voluntario y no se entre en una cadena de comercialización y tráfico clandestino de órganos. Si estos trasplantes involucran el uso instrumental de embriones humanos y si los niños posnatales son usados eso sería claramente inmoral. Como dice san Pablo en su Carta a los Filipenses 4:8 ‘en esto pensad: Por lo demás, hermanos, todo lo que es verdadero, todo lo honesto, todo lo justo, todo lo puro, todo lo amable, todo lo que es de buen nombre; si hay virtud alguna, si algo digno de alabanza, en esto pensad’”.
La visión del judaísmo
La Lic. Andrea Kohan, directora de la Escuela Hebrea Hatikva, de la Asociación Alianza Israelita de S.S. M.M., señaló que “una de las acciones que mantiene viva y vigente la práctica del judaísmo como forma de vida es la posibilidad de encontrar respuestas en las fuentes para aquellos dilemas de la vida cotidiana actual”. En relación con la “ley Justina”, señaló que sí les demandó sentar una posición que comprender y compartir en comunidad.
“En el libro de Vaikrá 19:16 (Levítico) dice: ‘No permanezcas impasible frente a la sangre de tu prójimo’, a lo que el famoso comentarista Rashi agrega ‘No te quedes mirando su muerte cuando puedes salvarlo’. Nuestra última oportunidad de realizar una buena acción (mitzvá), es antes de morir, permitiendo que a través de la ciencia partes de nuestro cuerpo posibiliten salvar otras vidas”, describió Kohan, partiendo de la consideración del cuerpo “como el lugar sagrado donde habita el alma y que cumplido nuestro ciclo, esta vuelve a Dios y la parte física a la tierra, de donde originalmente fue creado”.
Luego señaló que “en la Mishná, Sanhedrín 4: 5. ‘Quien salva una vida es como si salvara un mundo entero’. Se entiende entonces que al donar un órgano no solo salvaríamos la vida de quien lo necesita, sino a toda su descendencia y todo el bien que ellos mismos pudieran hacer para con la humanidad. Por lo que nuestra posición fundamental es que el principio rabínico de Pikuaj Nefesh, que significa ‘salvar una vida’, prima y desplaza cualquier objeción que pudiera manifestarse en este sentido”.
Por último, se refirió a que ellos interpretan que honran una “obligación, como judíos, de ser bondadosos hasta el último instante de nuestras vidas. Este principio de misericordia, llamado Jesed, aplica especialmente en este caso, ya que a la persona fallecida no podremos agradecerle esta acción final, pero si lo sabrá Dios al recibir su alma, y lo sabremos quienes continuamos en esta vida, como ejemplo y guía para santificar, agradecer y dar sentido a nuestra existencia diariamente”.
“El Islam prioriza la vida en todo sentido”
Suleiman Geddes, considerando tres fuentes: el Corán, las tradiciones proféticas y el consenso de los sabios que dictaminan de acuerdo con la jurisprudencia islámica, destacó tres puntos en relación con la “ley Justina”. “Se prioriza la vida en todo sentido. La donación de órganos debe ser un acto voluntario de la persona que lo done y no debe correr riesgo la vida del donante o verse muy comprometida su calidad de vida. En el caso de una persona fallecida, este debe haber manifestado su voluntad de hacerlo. Además, se prohíbe todo tipo de comercio de órganos. El circuito de la donación debe estar expresamente establecido no solo de acuerdo con las normas jurídicas del Islam, sino del país”, expresó el representante de la primera mezquita que abrió sus puertas en Salta en 2013. Además, refirió que en la Argentina existen vacíos legales que emergen en cada ocasión que se tocan intereses de la vida humana y que inquietan a la comunidad musulmana. “Aquí no existe una ley contra la venta de órganos y lo mismo ocurre con las adopciones. Si alguien va a Misiones con 10 mil dólares probablemente pueda comprar un bebé, una vergüenza. El Islam está en contra de estas situaciones irregulares, porque no hay grises en el medio: o es lícito o es ilícito”, ejemplificó. También subrayó que cree en el apoyo y acompañamiento que todos los fieles deben recibir de sus iglesias. “Nuestro país no está preparado para una contención seria en todos estos casos como ocurre en Holanda, donde todas las confesiones religiosas disponen de psicólogos que trabajan para el Estado y que son el nexo espiritualmente hablando cuando una persona demanda contención”, dijo.
Testigos de Jehová
Dar asistencia a los testigos presenta un dilema al médico, dedicado a conservar la vida y la salud mediante toda técnica a su alcance. Los testigos no aceptan sangre, glóbulos rojos empaquetados, glóbulos blancos o plaquetas en transfusiones homólogas o autólogas. Ellos suelen dar pasos legales para eximir al personal médico de responsabilidad civil en cuanto al rechazo informado de la sangre.
Según la Revista Alcer, la donación de órganos no debe regirse por preceptos religiosos sino por su propia conciencia, a no ser que el trasplante a que dé lugar lleve implícito el trasvase de sangre de un cuerpo a otro. Así las cosas, la donación de órganos como la córnea nunca supone problema alguno ni para el testigo de Jehová donante ni para el receptor. Sí la donación de médula y renal solo en el caso de que sea efectuada por un ser vivo. El testigo de Jehová está en condición de donar riñones después de muerto o de recibirlos de un fallecido, pero se pone alerta cuando se trata de hacerlo entre seres vivos, incluso de padres a hijos.
El primer trasplante sin transfusión de sangre se realizó en el Hospital Italiano de Capital Federal en 2001. El mes pasado en el Hospital Privado de Rosario (HPR) se realizó el primer trasplante sin transfusión de sangre a una testigo de Jehová salteña, que padecía una hepatitis fulminante.