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Walpaq trabaja con los estudiantes en el mural de nuevas masculinidades. Jan Touzeau
El Centro de Salud de San Lorenzo trabajó el tema con chicos del colegio Juan Manuel de Rosas y crearon un mural conmovedor.
3 DE Noviembre 2019 - 01:08
Un grupo de estudiantes varones comenzó el duro proceso de "deconstruir" sus masculinidades y utilizó el arte como intersticio para abrirse a problemáticas muy profundas. El tema, que comenzó como una simple premisa, se fue complejizando y comenzaron a destejer las tramas, los significados se fueron resignificando, las razones quedaron obsoletas y comenzaron a develarse las nuevas formas de las masculinidades. La violencia de género estuvo entonces en el centro del debate.
Un centro de salud, un colegio secundario y un artista trabajaron con las nuevas masculinidades en una comunidad cercana a la capital.
Las inquietudes comenzaron en el Centro de Salud de Villa San Lorenzo. Allí atiende a la comunidad el psicólogo Eloy Cantos, quien, en diálogo con El Tribuno, dejó algunos datos inquietantes sobre el trabajo que desarrolló durante tres años en la villa veraniega.
"Las que siempre vienen al centro de salud son mujeres. Por violencia de género, por vacunas, por enfermedades; por lo que sea: son siempre mujeres. La mujer se hace responsable de todo, hasta de cuando son violentadas, y eso no debe ser así. Fue así que comenzamos, junto al jefe del Centro, Arielo Hurtado, a buscar algo para comenzar a trabajar en el tema", dijo Cantos.
El psicólogo propuso un trabajo al equipo directivo del colegio secundario 5052 "Juan Manuel de Rosas" y su directora Adriana Raskovsky recibió de buen grado la propuesta. Casi automáticamente el equipo de Orientación Escolar, integrado por Noel Pacheco, Mónica Palacios y Agustina Alfonso, empezó a desarrollar un dispositivo de trabajo extraáulico para el tratamiento de la problemática.
Salieron 25 talleres que se vinieron desarrollando durante 6 meses del presente año con estudiantes varones, y que concluyó esta semana con la intervención del artista plástico Walpaq en un mural que quedó plasmado en las paredes del Centro de Salud local.
Entonces la escena en la plaza del pueblo, de muchachos adolescentes pintando un mural, una mañana de día de semana caluroso, con escaleras, tachos y barcos de papel de diario en las cabezas escapaba a la postal habitual del pueblo.
Adolescentes de colores intensos, de naranjas, azules y verdes que plasmaron un tucán, otras aves, una máscara que oculta, un árbol de la vida, una semilla que comenzó a crecer entre manos abiertas y dispuestas a modificar la realidad que tiene antecedentes ancestrales.
"La idea fue de los chicos. Yo vine la semana pasada para hablar sobre el tema. En principio tenía una idea, los chicos me la deconstruyeron (ríe), armamos otro concepto, el de ellos, hicimos un bosquejo y hoy estamos finalizando el mural. Esta obra, que es de arte, que es colectiva, realizada por chicos del lugar, tiene un mensaje claro a la comunidad. Es una invitación a venir a descubrirlo", dijo Walpaq, "colgado" de una escalera.
De pronto, la Salud y la Educación Pública se unieron para tratar la violencia de género, plantearon las nuevas masculinidades y la ruta de expresión fue el arte; siempre desde lo colectivo.
"Esto fue un trabajo de articulación entre un centro de salud, un colegio secundario y un artista para desenmascarar y poner sobre la mesa de discusiones los diversos tipos de violencias de género", dijo Cantos, y dejó una pelota picando en la puerta del área chica.
Del otro lado del mostrador, Francisco, como vocero de los estudiantes toma la posta que le dejan y redobla la apuesta.
"En este mural hay una semilla, porque somos nosotros los que comenzamos un camino de deconstrucción de conceptos que queremos que otros chicos, chicas y chiques lo continúen. Esperamos que el año que viene continuemos deconstruyendo nuestras realidades y prácticas habituales", di jo.
La diversidad es clave
Al dispositivo pedagógico lo explicó la psicóloga del equipo de Orientación Escolar, Noel Pacheco Vélez.
“Emitimos una propuesta para comenzar a trabajar en talleres donde la problemática central fue la construcción de las nuevas masculinidades y las formas de violencia de género. Se realizaron 25 encuentros fuera de las horas de clase y asistieron unos 30 chicos que vinieron de casi todos los cursos. El desafío de trabajar con adolescentes de diversas edades fue productivo. Fue un trabajo articulado interinstitucional que duró 6 meses y que sirvió para descubrir no sólo nuevas formas de masculinidades, sino también nuevas formas de violencias, de identidades sexuales, etc. Si bien este año comenzamos con solamente varones, para el año que viene pensamos en realizar con las compañeras también”, dijo Pacheco.
Francisco tiene sus propias definiciones, conceptos y aprendizajes. “Nos estimularon los pensamientos y comenzamos a cambiar algunos de ellos. De pronto comenzamos a pensar sobre las diversas identidades sexuales disidentes, la diversidad de masculinidades. Entonces descubrimos las diferentes formas de violencias sexuales que puede haber”, dijo.