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La artista que explora la presencia de los colores patrios en los barrios porteños instaló en Salta elementos de uso cotidiano para celebrar el 25 de Mayo y el 9 de Julio. Pablo Yapura
En el Museo de Arte Contemporáneo expone Nora Iniesta. El motivo de su obra es la infancia y su relación con la iconografía argentina.
23 DE Mayo 2019 - 18:56
“Patria es la errante barca del marino/ Que en el enorme piélago sonoro/ Deja una blanca estela en su camino./ Y patria es el airón de la bandera,/ Que ciñe con relámpagos de oro/ El sol, como una virgen cabellera”, le recitó Nora de Lescano (83) a su nieta Camila Torres (20) con un par de lagunas abiertas por la desmemoria en el intento inicial y la versión completa en el tercero, pero siempre tan sentido que hubiera agradado a su autor, el sonetista y diplomático argentino Leopoldo Díaz (1862-1947). Como oleadas habrán llegado hasta Camila la innegable ternura y gallardía de las declamaciones aprendidas en manuales en los tiempos de los mapas elaborados a mano, las figuritas ilustración y los delantales albos con tablas perfectamente planchadas.
El recuerdo de la abuela lo hizo funcionar “Mayo Patrio”, de Nora Iniesta, el proyecto VACA (Vidrieras de Artistas Contemporáneos Argentinos) que está instalado este mes en Zuviría 90, y que suspendió unos minutos el tránsito de ambas mujeres, apretado por un cielo de tonos plomizos.
Guirnaldas de porras, platos de cotillón, cuadernos rayados de tapa dura, revistas con contenido escolar. Todos los elementos, cotidianos en la preparación de la Semana de Mayo que culmina con el acto el 25, no remiten a nacionalismo, sino a infancia.
La presencia de este catálogo de recursos formales y festivos escolares en la vidriera sobre la calle España se debe a que la artista Nora Iniesta explora la iconografía de la patria argentina. “Lo que yo hago tiene que ver con el escuelismo. Es mi infancia lo que tomo y el disfrute de la escuela donde aprendí las primeras técnicas: pegar, recortar y armar; pero también quise incluir en ese concepto la patria como educación”, señala y es entonces cuando enmarca la influencia del modelo formativo de la escuela primaria argentina en el arte contemporáneo.
El tema la encendió y no la abandona desde hace un tiempo. De hecho, Iniesta presenta como antecedente necesario su trabajo fotográfico “Buenos Aires en celeste y blanco. Otra geografía”, cuyos tres volúmenes compendian sus exploraciones y búsqueda de esos colores donde los halle para un retrato inmediato.
“Se trata de una visión sesgada. Salgo a la calle y todo lo que encuentro lo fotografío y después se convierte en un libro, en el que documento la ciudad donde nací, vivo y trabajo: Lomas de Zamora”, define Iniesta. “Casi todas las imágenes están tomadas en exterior y son muy espontáneas. Todas contienen elementos que me remiten al blanco y celeste de la insignia patria”, añade.
Puesta la mirada más allá de su hombro en una reflexión retrospectiva señala: “De muy chica eran para mí una emoción los actos escolares y la entrada de la bandera, hasta que llegué a ser abanderada de la Escuela Normal Mixta de Lomas de Zamora Antonio Mentruyt en séptimo grado. Pero nunca pensé que se transformaría en un leit motiv para mí. Se ve que en algún momento con mi formación de pintora eso se volvió blanco y celeste. Con lo cual no quiere decir que lo que hago sean perfectas banderas porque no tendría ningún sentido, sino marcar un territorio”. Iniesta realizó sus estudios artísticos en la Escuela Nacional de Bellas Artes Manuel Belgrano y en la Escuela Nacional de Artes Visuales Prilidiano Pueyrredón (Buenos Aires). Luego se especializó en técnicas de grabado en la Slade School of Fine Arts, University Collage London (Inglaterra). En 1980 obtuvo en Buenos Aires el Premio Georges Braque. Así fue becada por el Gobierno francés y residió en Francia hasta 1983,cuando regresó a Argentina. También en 1980 fue elegida para representar al país en la XI Bienal de Jóvenes llevada a cabo en el Museo de Arte Moderno de la Ville, París (Francia). Durante esos años reconoce que la escarapela dejó de estar prendida en sus solapas y se guardó en su corazón.
“Cuando uno llega a una embajada lo primero que le dicen es: ‘Gracias a usted flamea de nuevo la bandera argentina en el museo de arte moderno y a mí eso me emocionaba mucho. La primera vez que fui a Corea me ocurrió lo mismo, porque era una muestra de estandartes al aire libre y el comentario del embajador fue similar. Entonces esa niña que se había criado en el Conurbano Boanerense no podía creer dónde estaba y hoy es algo que distingue mi obra”, expresa.
Puesta a analizar la materia múltiple e inabarcable de que surte sus obras, define que “la praxis es lo más importante. Trato de no quedarme en la teoría y sí de encaminar proyectos para que dejen de ser ideas y se transformen en hechos concretos y si hay que suplir cosas se suplirán. Pero de alguna manera lo que tiene de bueno eso es que uno aprende a hacer desde lo que tiene, desde lo que hay”. Informada acerca de Nora de Lescano y Camila Torres o de cómo su obra propició una conversación no exenta del misterio de la poesía y de que el fotorreportero Pablo Yapura (ver foto) -desconociendo la misión de Iniesta de capturar celestes y blancos en imágenes- atrapó el pasar de una madre con una bolsa de compras celeste llevando de la mano a su hijo con una campera puesta del mismo tono; blancas las suelas de las zapatillas de ambos, sintió emoción. “Si uno no logra comunicar al otro, sería una laborterapia, pero no sería arte. Uno intenta tener un camino común para que el otro pueda identificarse”, dice. A fines de este mes la intervención se desarmará y ese material volverá a su estudio para nunca ser montado como se lo presentó aquí, dado que la disposición de los objetos se relaciona con el espacio en que va a construirse otra imagen. Los que no regresan son los cien cuadernos porque están destinados a los niños que visitan el MAC y dibujan a partir de las muestras. “El sentido de Mayo Patrio es también de reunión y unión con los salteños”, concluye Iniesta.