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Frase: “La violencia es miedo de las ideas de los demás y poca fe en las propias”.
28 DE Julio 2019 - 00:03
La brutal agresión que sufrió Micaela Villavicencio por parte de tres jóvenes mujeres, dos de ellas menores de edad, confirma que el comportamiento violento de las personas no distingue sexo ni edad. Lo que pasó el 30 de marzo en barrio Norte Grande, fue un episodio de inusitada violencia, similar al comportamiento de las patotas masculinas que asuelan las “zonas rojas” de cualquier ciudad. El ataque salvaje de las chicas se asemejó a lo que sucedió días pasados en la provincia de Buenos Aires donde el conductor de una camioneta mató a golpes de puños y patadas a un taxista durante un incidente de tránsito.
Con el mismo desprecio por la vida de un semejante, las agresoras salteñas molieron a golpes a Micaela y de no haber sido por la intervención de un policía, seguramente la hubieran matado. A esa conclusión llegó la fiscal Veróncia Simensen de Bielke, quien requirió la elevación a juicio de esta causa.
Para la titular de la acción penal, por el grado de ferocidad con que procedieron las imputadas, tenían la intención de terminar con la vida de la víctima. Lo que sí lograron fue provocar a la joven lesiones de extrema gravedad.
Micaela, de 20 años, sufrió la pérdida del habla y con el riesgo de quedar postrada por los golpes que recibió en la cuarta vértebra cervical. Permanece aún internada en el hospital San Bernardo y recién hace pocos días recuperó la lucidez, pero no la voz. La familia atribuyó el atentado al hecho de que Micaela, por vivir en un barrio periférico, era distinta a las agresoras. Ella cursaba la carrera de Enfermería en la Universidad Nacional de Salta, estudiaba peluquería, tenía un pequeño negocio y ayudaba a su abuela a vender comida. Por sus deseos de progresar no tenía tiempo para las juntadas con otras jóvenes del barrio. Las violentas, que ya la habían amenazado en ocasiones anteriores, la miraban como un “bicho raro”, a tal punto que la tildaban de “agrandada”. Palabras más, palabras menos, lo que en realidad sentían por Micaela era envidia.
Expertos en la materia sostienen que el Estado destina recursos y dispositivos de protección para las víctimas, pero muy poco para la reeducación de las personas violentas. El comportamiento de las agresoras de Micaela tiene mucho que ver con este análisis. De igual manera, lo que pasó con esta joven es consecuencia de la inseguridad que impera en barrios como Norte Grande donde la droga, el alcohol y la delincuencia causan estrago. Una prueba de la impunidad manifiesta con que operan los violentos se dio con el hecho de que las tres chicas atacaron a la víctima a pocos metros del edificio de la Guardia de Infantería. “Viste, le marqué la cara como te decía”, exclamó una de ellas tras la golpiza.
Otra situación no menor es la despreocupación del Estado por el estado de salud de Micaela. La joven necesita ser sometida a una operación de alta complejidad para recuperar el habla y deglutir los alimentos. Para ello debe ser derivada al Hospital Garrahan, en Buenos Aires, pero no cuenta con los recursos para afrontar la costosa intervención y el Estado todavía no responde al desesperado pedido de la familia. Laura Micaela Viale, la mayor de las agresoras podría ser condenada a 15 años de prisión. Junto a su hermana de 17 años y la otra menor están detenidas.