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21 DE Diciembre 2020 - 01:36
Este 2020 por sus características se ha apartado en mucho a cualquier modelo representativo de buen año que pudiéramos tener. Y solo podía cerrarse con un acontecimiento sumamente infrecuente. Refieren que la noche del 21 de diciembre culminará una conjunción planetaria entre Júpiter y Saturno que no se veía desde hacía 400 años y que no volverá a ocurrir hasta 2080. Los dos planetas se acercarán tanto que se presentarán a los ojos de los observadores como un solo cuerpo brillante, al que han denominado la Estrella de Belén, en alusión a aquella que, según la tradición cristiana, guió a los Reyes Magos hasta los pies de Jesús recién nacido. Estos tránsitos astrológicos singulares coincidirán con el solsticio de verano para el hemisferio Sur. El Tribuno conversó sobre la cosmovisión originaria acerca de estos fenómenos con la licenciada Katia Gibaja, presidenta de la Fundación Ecos de la Patria Grande y directora de la Academia de Quechua Qollasuyo Salta.
¿Por qué el 21 de diciembre es una fecha tan especial para la cultura andina?
El 21 de diciembre desde épocas preincaicas e incaicas se esperaba con mucha preparación el solsticio de verano. Era el momento del abrazo íntimo del Padre Inti o Sol a sus hijos de esta tierra, esperando un nuevo tiempo. Esa energía será guardada en cada ser humano y será como cargarse una pila energética, porque a partir de ese día se retirará el Padre Sol.
Debemos aclarar que el sol nunca fue un dios para los incas, sino un padre visible y la luna una madre visible, por eso esta es la base de la cosmovisión andino inca.
Es una idea muy arraigada la del sol como deidad más significativa en la mitología incaica...
El ser supremo de los incas de acuerdo con mi investigaciones de más de tres décadas era Teqsi Illa Wiraqhocha Pacha Yachacheq, más nominado como Wiraqhocha, sintetizando su nombre originario.
¿Por qué este 21 de diciembre de 2020 será diferente de otros años?
Este 2020 nos sorprende plenamente porque corrobora los tiempos esperados por los incas “el tiempo del cheqari” o tiempo de la verdad, que ya se anunciaba para esta época.
También se anunciaba el nuevo pachakuti. Comienza una era de ascenso después de culminar la de descenso, en la que muertes e injusticias concluyen para mostrar un nuevo amanecer. El vocablo pachakuti significa transformación del universo. También se puede observar esta transformación que comienza con la alineación de planetas y eclipses.
El eclipse del 30 de noviembre se denomina en quechua wañu killa o muerte de la luna, momento sensible para todas las mujeres, porque las sombras que entristecen a cada mujer son las que se llevan las oscuridades de la vida femenina.
Parte del proceso del pachakuti también llegó con el eclipse del 14 de diciembre. Vimos el eclipse de sol -en quechua, denominado wañu inti-, la muerte del sol en este caso, las sombras que angustian a todos los varones también se fueron con el eclipse, que va dejando una limpieza tanto a varones como mujeres. Esta manera esperable por el universo abre la tercera punku o puerta para recibir sanamente al 21 de diciembre, en el que las personas pisan su propia sombra y en unos instantes ya nadie tiene esa sombra o esas oscuridades. No molesta ninguna oscuridad, solamente luz.
¿Cómo se vivía antaño el 21?
Es un baño cósmico solar este día es tan especial. El pueblo entero se preparaba para el ritual del Qhapaq Inti Raymi o fiesta de la mayor fuerza del sol. Esta preparación se veía especialmente en su alimentación: comían alimentos fotónicos como ser verduras y frutas y no ingerían carnes rojas. También los casados se abstenían de relaciones íntimas una semana previa al 21. Así, el cuerpo purificado esperaba ansioso el solsticio de verano. Al mediodía cuando está en el cenit el astro rey veremos que hay un momento en el que ya nadie tiene sombra. Son instantes en los que no hay sombra, solamente luz. Posteriormente hay pensamientos claros y positivos y el ánimo de fiesta por eso es Raymi.
También era importante no ver el eclipse en directo. En épocas antiguas el eclipse estaba interpretado como un momento de amor entre el sol y la luna y no se podía verse ese momento, estaba prohibido. Curiosamente ahora las personas que quisieron ver el eclipse debieron proteger sus ojos. Podemos hoy interpretarlo como la escena primaria del origen de todos los seres humanos.
¿Qué me dice acerca de la conjunción de Júpiter y Saturno?
El alineamiento de Saturno y Júpiter formara el Qoyllor, la estrella de mayor brillo como señal del hanan Pacha, mundo cósmico y universal del cambio a un pachakuti en ascenso para Sudamérica y muy especialmente en la columna vertebral, la cordillera de los Andes, y la raíz primigenia de la cultura andina. También en esta oportunidad aparece la fiesta para los jóvenes varones.
En la época preincaica, la necesidad de cubrirse llevó al hombre a producir diversos tipos de indumentaria, hechas a partir del procesamiento de fibras de vegetales y animales.
Con el paso del tiempo, el imperio incaico logró aplicar los secretos del arte del telar en accesorios como el chumpi (faja), la lliclla (manta), la chuspa (bolsa), el chullo (gorra) y hasta el wara, un tipo de ropa interior que simbolizó la virilidad masculina. Durante el imperio inca se realizaban anualmente ceremonias o rituales para celebrar el paso oficial de un joven a la vida adulta. Estos ritos estaban basados en cumplir rigurosamente una serie de pruebas de valor, valentía y destreza. Quienes aprobaban, al final de dicho certamen recibían el respectivo reconocimiento y una distinción por parte del inca. A esta ceremonia se le denominó Warachikuy. Esta es una palabra quechua, que proviene de wara (taparrabo, ropa interior, pantalón de bayeta), es decir, que en un rito o ceremonia civil-social recibían dicha prenda, que solo los hombres podían usar al ser mayores de edad y ya podían casarse. Se realizaba el 21 de diciembre como parte de la fiesta de la mayor fuerza del sol.
En Salta al tener la raíz primigenia visible con los Niños incas del Llullaillaco se puede comprobar fehacientemente gran parte de la vigencia en la organización de nuestros antepasados incas en el momento que estamos viviendo. Todo el mundo en este momento estará contemplando el sur de Argentina, es decir, la Patagonia, y Chile. Será un signo de nacimiento de una nueva luz para América y el mundo.