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Entrevista a Rodolfo Usy, director de la ONG que atiende personas con discapacidad y continúa trabajando. Dice que lo hará hasta sus últimos días, para que la institución sobreviva y siga ayudando a chicos en extrema vulnerabilidad.
7 DE Marzo 2020 - 07:43
Mientras realiza las compras diarias de mercadería en un supermercado para los “chicos” del hogar San Rafael Arcángel, de Cerrillos, Rodolfo Usy (quien requiere del apoyo constante de un respirador), director y fundador de la institución, vive sus últimos días como consecuencia de una enfermedad cardiopulmonar terminal. “Mi diagnóstico es irreversible y mis expectativas de vida son de muy corto plazo”, asegura. Hoy, todos sus esfuerzos están puestos en que la institución sobreviva a su persona, ya que de ella dependen cerca de 30 “personitas” que lo habían perdido todo y que en el hogar recuperaron su dignidad, encontraron contención y más de una razón para seguir viviendo.
Actualmente asisten a 25 internos permanentes y a otras tantas personas como centro de día. Allí trabajan médicos, enfermeras, operadores y docentes especiales, entre otros profesionales. Los pacientes realizan actividades físicas y de recreación, talleres con orientación especial y participan de jornadas integradoras. La ONG nació con el fin de albergar a personas con riesgo social y sanitario. Trabaja con diversas áreas del Gobierno, del Ministerio Público y los juzgados de Familia de toda la provincia.
Su estado de salud es muy delicado. ¿Por qué sigue trabajando todavía en el Hogar?
La institución nació como un sueño hace 16 años y se mantuvo con muchísimo esfuerzo. Mi deseo más profundo es que siga funcionando en la antigua casona ubicada a la vera de la ruta nacional 68 (km 176), a la altura de la Recta de Cánepa. Allí le brindamos un techo y contención a personas con retraso mental severo y agudo, con patologías asociadas como psicosis, esquizofrenia, epilepsia, entre otras. El Hogar ha sobrevivido gracias al esfuerzo y la vocación de todo un equipo, que en verdad es una gran familia. No es sencillo mantener sus puertas abiertas. Creo que es producto del amor, porque la gente sabe que la paga es mínima y hasta tuvo que aguantar sueldos atrasados y un sinnúmero de dificultades, pero siempre siguió adelante. La atención que se brinda es gratuita y una gran mayoría de los internos no tiene familia o bien no los contienen.
"Cada caso necesita de una atención personalizada. Es decir, es gente sin nada ni nadie. Somos su único sostén en la vida. Hay que atender sus patologías, darles de comer, vestirlos, proveerles medicamentos... somos su familia"
¿Cuál es su preocupación en este momento?
Mi preocupación o mis aspiraciones pasan porque el Ministerio de Salud, a través de la Secretaria de la Discapacidad, garantice que apoyará al Hogar. Que el Estado garantice los fondos para que siga funcionando. Se trata de una institución única en su tipo en el NOA, que le ha devuelto la vida a muchísimas personas que lo habían perdido todo, hasta la dignidad. A chicos violados, maltratados, abandonados. Necesitamos ese apoyo, porque es muy duro “mendigar” periódicamente una ayuda para que esta institución se sostenga. No debería ser así. Su rol social es muy valioso, y el Gobierno tiene que darse cuenta. Por esas razones es que cada día, que podría ser mi último día, me levanto, siento que estoy vivo y me voy a seguir peleando por ellos.
"La idea es que los chicos que disfruten de la vida. El propósito es que todo lo que les fue negado, como abrazos, caricias y el ser tratados como personas, puedan tenerlo"
¿Ha tenido una respuesta concreta del Gobierno?
En eso estamos. He mantenido una reunión con la titular de la Discapacidad, tengo otra pactada con el secretario General de la Gobernación. Tengo esperanzas, espero tener vida para cuando se resuelva esta situación. Hemos atravesado periodos muy duros, el equipo de colaboradores aguantó hasta cuatro meses de retraso de sus sueldos. Hay vocación, hay voluntad, pasión por lo que se hace pero necesitamos del Estado, sino esto es imposible mantenerlo.
"No podemos desentendernos de este sector, uno de los más vulnerables de nuestra sociedad. A lo largo de sus 16 años, la institución atendió a miles de personas de toda la provincia. Su existencia es fundamental"
Su situación personal es muy dura de sobrellevar. ¿Siente que han quedado cosas en el tintero?
Tengo 49 años, cinco hijos y dos nietos a quienes amo. Me faltó tiempo tal vez para compartir con ellos, a causa de mi entrega al Hogar. Pero estoy seguro que ellos lo entienden, y algunos siguen mis pasos. He dedicado mi vida al trabajo social y a esa tarea lo di todo. Estoy en paz. Estoy listo. Eso me permite hoy tener una sana aceptación de lo inevitable.
"Cada día, sin lugar a dudas, vale la pena. Muchas veces casi no duermo, me falta el aire, me duele el cuerpo, necesito constantemente de un respirador, pero cuando llega la mañana me digo a mi mismo: ‘Un día más para hacer... y me obligo a salir"
He llevado una vida digna y lo haré hasta el final. Los chicos del hogar me dan fuerzas. Cuando llego, en toda su inocencia me dicen: ‘Papá te vas a curar ¿no?. Y cuando les digo que sí, se dicen entre ellos ‘viste, se va a curar, papá se va a curar’...
"Ayudar te retroalimenta. Espero el desenlace para cuando llegue, no le temo. Se que mi vida valió la pena"