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El trío protagónico del music hall Tres Empanadas.
La actriz y vedette conversó con El Tribuno sobre “Tres Empanadas”, en el que actúa con Flavio Mendoza y Juan Pablo Geretto.
14 DE Mayo 2021 - 18:31
El contexto sanitario permite las funciones de teatro presenciales en Salta y esta noche el público local podrá reencontrarse con un gran elenco en el espectáculo “Tres Empanadas” que subirá a las 20 al escenario del Teatro Provincial (Zuviría 70). Las entradas, a partir de los $1200, están a la venta on line en Norte Ticket y también se pueden comprar en Alvarado 777.
El show debe su nombre a una de las escenas más recordadas de la película costumbrista argentina “Esperando la carroza” (1985, de Alejandro Doria), en la que Antonio, el personaje interpretado por Luis Brandoni, sube al auto donde lo espera su hermano Sergio, en la piel de Juan Manuel Tenuta. Mientras mastica una empanada Antonio le comenta a Sergio: “¡Qué miseria, che! ¿Sabés lo que tenían para comer? ¡Tres empanadas que les sobraron de ayer para dos personas! ¡Dios mío, qué poco se puede hacer por la gente!”.
A través de Zoom durante la pandemia se puede sortear todo tipo de distancias. Así, Florencia de la V dialogó con El Tribuno y aportó una divertida anécdota sobre el título de la obra de Flavio Mendoza y en la que ambos comparten cartel con Juan Pablo Geretto. “Cuando se habló de la vuelta del teatro y decían que íbamos a volver con mucha menos gente y ajustándonos al protocolo... Bueno, Flavio está acostumbrado a trabajar con sesenta o setenta personas sobre el escenario, gente que vuela, piletas y esto era un espectáculo que tenía que ajustarse a lo muy poquito que estaba permitido hacer y Flavio estaba como desahuciado y decía: ‘¡Pero qué somos, como tres empanadas!’. Pero como con él nunca nada es poco, porque él decía: ‘Tiene que haber pantallas y hay que sumar cubos y tiene que haber bailarines y tener cierta artística’ y después se transformó en el gran music hall que es ‘Tres Empanadas’”, relató, y luego se prestó a una amena charla con este medio.
“Tres Empanadas” fue estrenada en Carlos Paz el verano pasado, después de casi un año de inactividad. ¿Cómo fue el reencuentro con el público?
A la obra la presentamos en Carlos Paz este verano y fue un éxito tremendo a pesar de estar viviendo en esta pandemia y que no fue una temporada común. Nosotros trabajamos lunes, martes y miércoles, porque Flavio trabajaba los demás días en Buenos Aires. Fue una temporada exitosísima, que la gente disfrutó mucho del espectáculo y estamos celebrando eso. Es un espectáculo muy bien pensado por Flavio Mendoza y que unió a tres personas bien distintas o que vienen de lugares diferentes, pero que tenemos el humor como rasgo común, tocamos la misma cuerda. Cuando Flavio diagramó el espectáculo, definió que cada uno tendría un monólogo central y es importante porque muestra algo particular de cada uno, es como el hilo conductor y lo más interesante de “Tres Empanadas” es que no solo es divertido y la gente la pasa bien, sino que apela a todos los sentimientos. Siento que las emociones en este momento están a flor de piel y que conecta con lo más puro, a esta cosa que tiene el teatro presencial.
El trabajo del artista se completa con la mirada del otro y la virtualidad contraviene esa praxis teatral tan necesaria...
Yo adoro la virtualidad, la tecnología, que nos da algo maravilloso que es el que ahora pueda dialogar con vos a la distancia y mirarte a la cara, o la gente que miró streaming, pero el teatro presencial no se puede comparar con nada, porque es esa comunión que vivimos con los espectadores, porque la química de que el espectáculo sea algo único la generamos los que estamos arriba del escenario y la gente desde abajo también. Todos generamos con nuestras energías que la función sea algo único y maravilloso. Lo que sentí este verano es que la gente está muy necesitada de la presencialidad, de salir de la virtualidad. Quizá no de tener ese contacto físico, pero sí de volver a esa cosa maravillosa que tiene el teatro presencial. Las funciones se vivieron con una cosa muy sentida porque había mucha conexión con el público.
Medios periodísticos de Córdoba destacaron precisamente lo bien logrados que están los monólogos, que hacen al público transitar por varios estados de ánimo...
El monólogo de Flavio y el mío en particular son monólogos que hablan sobre nosotros, porque la gente cree que nos conoce un poco o que nos conoce bastante por la televisión; pero esto desnuda una parte nuestra que quizá la gente no conocía, o no sabía, o si la conocía no la había escuchado contada por nosotros en primera persona y en vivo y en directo. Eso es algo que es lindo, es interesante ver cómo la gente se conmueve mucho, que se compenetra, se divierte, la pasa muy bien. Ni hablemos del talento de Juan Pablo Geretto también, que es un gran actor y que muestra sus facetas porque hace sus personajes como la Maestra, Ana María, y todo esto unido con la locura de Flavio, que es una locura como director, que hizo además algunas coreografías en las que compartimos los tres hace que fluya todo en el escenario de una manera en la que la gente pueda disfrutar de la misma manera desde que se sienta hasta que se va.
¿Hay una nueva conciencia tanto en el espectador como en el artista al haber recuperado algo que de tan naturalizado creían que siempre iba a estar?
Exactamente. Se valora más lo presencial, que tomó otra dimensión. Y yo hablo en mi monólogo un poco de eso, al haberse naturalizado tanto las cosas como los abrazos, el beso a tu mamá, el ir a tomar mate con una amiga, esas cosas tan esenciales del ser humano, que claro cuando las perdimos por esto... por eso creo que la gente está valorando mucho.
¿Cómo se modificaron tus rutinas como artista para cumplir con el protocolo?
Yo hago todo: el maquillaje, el pelo también. Después, para que la gente se quede tranquila, se cumplen de manera estricta los protocolos en el teatro y detrás y sobre el escenario es igual. Por ejemplo, yo con Flavio y Juan Pablo sobre el escenario tenemos un cierto distanciamiento y en algunos sketches si estamos muy próximos usamos unas máscaras transparentes. Y limité el accionar de la vestuarista. Lo que me puedo poner sola lo hago sola y ella entra cuando necesito ayuda, lo justo y necesario, porque tengo una familia y me tengo que cuidar, y también a mis compañeros y al público. Algo que de verdad lamento, que me da cosita adentro... A mí me encanta hacer giras, he viajado por todo el país, y una de las cosas que más disfrutaba era del cariño de la gente, del afecto, del contacto, de los abrazos, de esta cosa tan agradecida que tiene el público del interior y es lo que más voy a extrañar, porque la gente nos saluda de lejos y ya no se queda tanto como antes a esperarte para lograr la foto. Hay personas a las que he visto crecer porque he tenido fotos durante diferentes etapas de sus vidas. Esas son de las cosas que más voy a extrañar, como también salir después de una función, de ir a comer a un lugar y poder disfrutar de sus comidas típicas. En Salta de las empanadas y el vino en una peña mientras se ve bailar una zamba o una chacarera, esas eran cosas que me encantaban, que disfrutaba y que ahora por como está la situación hay que cuidarse.
¿Cuáles fueron tus actividades durante el parate total para el sector artístico?
Lo que más hice fue quedarme con mi familia. Soy una mujer que trabaja desde hace muchísimos años y desde muy chica y todas las personas que trabajamos en el medio siempre tenemos la excusa del trabajo, de una nota, de los eventos y siempre estamos detrás de las temporadas. Justo venía de estar haciendo temporada con “La fiesta inolvidable”, con dos funciones, y entonces cuando fue este momento excepcional para la humanidad, decidí quedarme en mi casa, pero cien por cien, desconectada absolutamente de todo. Me llamaban de los canales y me decían: “Queremos hacer un Zoom de esto, o un Zoom de aquello” y yo me desconectaba y fueron días en los que estuve para contener a mi familia, a mis hijos, que son chicos y que están viviendo algo que para su mente no es fácil porque nosotros, los adultos, tenemos más herramientas para sobrellevar la situación, pero para ellos fue difícil el quedarse en casa, el no ver a sus amigos, el no ir al colegio, el no salir. Yo sentí que tenía que estar en mi casa apoyándolos, cociné mucho, hacía muchas comidas, tenemos un patio grande y salíamos con Cayetano, que es un perro maltés, a pasearlo, jugábamos a las cartas, dibujábamos, mirábamos películas, y lo tratamos de llevar. Luego cuando se iba abriendo de a poco acá en Buenos Aires íbamos a un parque a andar en bicicleta porque también la actividad física es fundamental en esta familia y empezamos a hacer cositas de a poco. No nos podemos quejar porque tuvimos un techo, pudimos comer, pudimos pagar las cuentas, que no todas las familias argentinas lo pudieron hacer, mis hijos tuvieron conectividad para hacer clases por Zoom, que también agradezco que soy una privilegiada que les puedo dar esa posibilidad no como tantos chicos que no pudieron hacerlo. La verdad que nosotros, dentro de lo que se puede llamar bien, la pasamos bien.
¿Extrañaste la exposición mediática?
Hace mucho que no vivo pendiente de las cosas que se dicen de mí, de si hablan, o de si no hablan. No estoy constantemente en las redes sociales fijándome. Para mí el año pandémico fue de mucho aprendizaje. Primero que no necesito de ese nivel de exposición, me di cuenta de que puedo vivir tranquilamente sin eso. A mí particularmente lo que me sucedió es que se dio justo que cumplí un año de mi columna en Página 12. Entonces comencé un camino de mucha investigación personal. Yo no soy escritora, entonces el escribir hizo que tuviera que leer e investigar, buscar por dónde entrarle a determinado tema. Esta búsqueda me llevó a conocer a nuevos escritores, a tener nuevas lecturas, a disfrutar mucho de la lectura que quizá no le estaba dando tanto espacio, aunque yo cada año me propongo a leer mínimo un libro por mes. Y por otra parte también esta búsqueda me ha llevado a varios tipos de militancias y búsquedas internas que fueron muy interesantes. Todo tiene que ver con la pandemia, con el reordenamiento de prioridades, con qué quiero buscar para mi futuro o qué pretendo para mi país. Todos nos quejamos y quejarse es fácil y desde mi lugar de figura pública me planteo qué grano de arena puedo aportar yo a la sociedad para lograrlo, tratar de vivir en una sociedad mucho más justa, igualitaria y diversa. Mi trabajo, mis búsquedas y mi lucha hoy por hoy tienen que ver con eso más que con la exposición, que es algo que en su momento disfruté y está buenísimo, porque también mi trabajo depende de eso, pero el acento está puesto en otro lado.
¿Cómo continúa tu compromiso con el colectivo LGBTIQ+?
Allá en Salta tengo a Vicky, que espero verla ahora que viaje a Salta, para poder charlar. Su trabajo con las compañeras del colectivo trans es muy importante y queda trabajo por hacer porque en muchas provincias la vida es muy difícil para el colectivo, sigue habiendo mucha violencia, mucha transfobia, muchos transfemicidios, y hay que seguir combatiendo, visibilizando, no naturalizando, involucrándose, no formando parte de lo que está mal, porque creo que también silenciando se es parte del problema. Hay muchas personas que dicen: "Esto no tiene que ver conmigo, miro para otro lado", y eso creo que es formar parte de la violencia. Creo que nos tenemos que involucrar todos y no permitir estos actos de discriminación y transfobia, que cuando suceden hay que poner el acento ahí, porque todas las violencias son violencias. Hoy será con una trans, mañana con una mujer, o con un niño, o con un hombre.
¿Podés enviarles un saludo a los salteños?
Un beso para toda la gente de Salta. Me pueden dejar una caja de empanadas en el camarín (ríe). Si quieren también mandarme a mi cuenta de Instagram tips o lugares que podría llegar a visitar en Salta. Amo Salta, es una provincia que me encanta y que cada vez que voy me gusta visitar nuevos lugares, poder caminar y disfrutar de esta provincia tan maravillosa.