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Las primeras medidas no son un plan, pero indican objetivos y crean expectativa. Restricciones, devaluación e inflación ponen en juego la credibilidad del Gobierno
17 DE Diciembre 2023 - 01:24
La primera semana de la presidencia de Javier Milei transitó un torbellino de anuncios, algunas marchas y contramarchas y, especialmente, un blanqueo brutal de la situación económica heredada de cuatro años de presidencia de Alberto Fernández, pero, sobre todo, de 25 años desde que la crisis monetaria en Brasil causó un terremoto en el Plan de Convertibilidad.
El desafío de sacar adelante a un país no es fácil. Al no saber cómo hacerlo, el kirchnerismo prefirió inclinarse por mantenerse en el poder asumiendo la mitología bolivariana y aplicando la receta de Ernesto Laclau: afirmación del presidente como líder absoluto, gobernar con decisionismo, con o sin el Congreso, y cooptar a la Corte. Y el segundo paso, construir una grieta insalvable en base al dogma ideológico.
La oposición y entró en ese juego maniqueo. Más allá del análisis de cada tramo de los últimos cinco períodos, está claro que ninguno logró salir de aquella crisis de fin de siglo.
"No hay plata" y "estamos transitando una hiperinflación", definiciones del recién asumido gobierno, ensombrecen las expectativas de muchas personas. Queda claro que vamos a ganar menos y pagar más durante un año. Y esto no sorprende a nadie; todos, más o menos, lo sabíamos.
Incluso, el mismo Sergio Massa había anticipado que la nafta súper iba a costar $800. ¿Qué se podía esperar de un país sin reservas ni crédito, con un gobierno que quemó todos sus cartuchos en tratar de retener el poder? El ex ministro lo sabía y por eso pronosticó esa cifra tan cercana a la realidad.
La inquietud inflacionaria
El problema central a responder es hasta donde va a llegar la inflación. "Sin estas medidas, nos precipitábamos al 15.000% anual" adelantaron Milei y el ministro de Economía, Luis Caputo. Espeluznante, por cierto.
Mostrar el escenario es una prueba de fuego, pero imprescindible para intentar construir algún camino que nos lleve al crecimiento.
Según todas las fuentes oficiales, la prioridad es la inflación, a la que tratarán de frenar reduciendo el gasto y enfriando la economía. La proyección oficial del 1% diario, tal ocurre hoy, proyecta una inflación del 3.678% anual.
En dos semanas de diciembre, la nafta de YPF subió 67%, la carne 50%, la harina 80% y las listas de precio viene perdiendo vigencia en 24 horas, o menos.
La devaluación del dólar oficializada por Caputo el martes se tradujo casi inmediatamente a los precios, saneó significativamente el dólar de exportación, aunque la ampliación de las retenciones es un trago amargo para el campo. Y las importaciones se encarecen por el impuesto país que pasa de 7,5% a 17,5%.
Son muchas las variables a controlar y el gobierno de Milei deberá rendir varios exámenes muy exigentes, de quienes lo votaron y de los que no hicieron.
¿Puede haber una explosión popular si esta situación se prolonga?. Esa es la amenaza (y la ilusión) de la dirigencia piquetera, que piensa salir a la calle esta semana para "celebrar", a su manera, los 22 años del derrocamiento de Fernando de la Rúa como una amenaza al presidente recién estrenado.
Más discretamente, la CGT también se apresuró a cuestionar los anuncios del ministro Caputo, luego de cuatro años de respetuoso silencio frente al desbarajuste inflacionario, la caída del ingreso, la falta de inversiones, el crecimiento de la economía en negro y el flagelo de la pobreza. Este recambio presidencial pasará a la historia por haberse producido en situación límite: El enojo de la mayoría dejó afuera a los políticos tradicionales, pero también incluye a la CGT, a los gremios estatales y a las organizaciones piqueteras, cuya imagen generalizada es sumamente baja.
Por eso, los anuncios económicos fueron recibidos con tolerancia. La sociedad extiende el crédito, pero no está feliz. Caputo debería medir la diferencia entre la confianza y la felicidad. La gente está dispuesta al sacrificio, porque lleva muchos años de sacrificios; no espera milagros; sabe que el mito estatista terminó agravando todo, pero necesita signos más claros de que la promesa de supuestos "brotes en el segundo semestre" no es el mito del liberalismo. Ahora, el ajuste de cinturones va a ser sensible.
Las transferencias discrecionales a provincias se colocarán en el freezer. Caputo los describió como recursos que se asignan para "hacer política". Esta es una verdad a medias. La discrecionalidad, claramente, habilita a que el presidente presione a los gobernadores para la sanción de determinadas leyes y, también, para favorecer a los gobernadores afines. La declaración de emergencia, que los gobiernos suelen prolongar al extremo, amplia el margen de discrecionalidad ya que la subestimación del ingreso en tiempos de inflación, como ocurre sistemáticamente en el país desde por lo menos 2007. Ahora, por la emergencia evidente, el gobierno nacional anuncia "no hay para nadie".
El freno a la obra pública a la espera de financiamiento privado es fruto de la necesidad. Pero sin obra pública --, sin olvidar que también en esto existió discrecionalidad - la reactivación de la economía y el desarrollo de las economías regionales, a largo plazo, puede estar comprometido. La fortaleza del un gobierno radica en la capacidad de cerrar acuerdos, en el Congreso, con los gobernadores y con las entidades representativas de la sociedad. Este gobierno no expuso todavía un plan económico, pero lo mostrado en cinco días es una línea bastante delineada. Para Javier Milei como para cualquier presidente de un país como Argentina, es construir seguridad jurídica y política para dejar atrás tantos incumplimientos con los inversores. Pero eso no lo va a hacer un gobierno, sino el trabajo conjunto de todas las dirigencias.
El rol de las provincias será crucial: el país federal también es una construcción pendiente. El desarrollo regional y la generación de empleo genuino e inversión tecnológica no pueden depender de la benevolencia del poder central, sino de la responsabilidad de los gobernadores. Nadie sabe cómo le irá a este gobierno, pero todos sabemos que el país llegó a las elecciones en situación límite, hastiado del pasado y con la necesidad de iniciar una nueva era. En la agenda de la semana, además de la amenaza de las organizaciones piqueteras, anticipa la primera reunión del presidente con todos los gobernadores. Convendrá que la agenda se ocupe de la coyuntura, pero también del futuro.