No resultó fácil desprenderse de su familia, amigos y su club a los 17 años. Mucho menos viajar mil kilómetros y cambiar de deporte, pero Tomás Machuca lo hizo con convicción y una madurez sorprendente para un adolescente. El apoyo de los suyos fue fundamental y hoy, más de seis años después, el esfuerzo dio sus frutos al lograr el bronce con la Selección argentina en el Mundial U23 de sóftbol, en un torneo excepcional que terminó el domingo, tanto en lo colectivo como en lo individual.

"Sin importar la medalla que obtuvimos, fue un halago al corazón porque estos días resultaron ser el fruto que creció de tanto que plantamos con mucha gente. Y digo 'plantamos' porque sin el respaldo de mi familia no podría estar acá. Ellos son el fiel reflejo de todo el sacrificio que uno tuvo al dejarlos a ellos, a los amigos, a gente querida por un sueño que no sabés si se iba a dar", dijo emocionado Machuca a El Tribuno.

Y agregó: "Fue muy gratificante la medalla, aunque merecíamos la de oro, pero es la que nos tocó. Volvimos a hacer podio. Es un logro personal muy grande. Hoy tengo una felicidad tremenda porque me pude abrazar con mis viejos, tíos y abuelos. Verlos en la tribuna fue increíble. En otras competencias, afuera del país, no tenía a nadie".

El segunda base y short stop de la Selección argentina de sóftbol hizo referencia a sus primeros años en Paraná, Entre Ríos, cuando le tocó trabajar "de lo que sea", para generar unos pesos y seguir su camino deportivo. "Mi primer laburo fue sacar, en carretillas, la tierra de una casa donde hicieron una pileta. Después fui cadete durante la etapa más complicada de la pandemia para pasteleras, negocios, restaurantes. Estuve un mes de albañil, vendí productos de limpieza y después con el carnét de conducir era chófer para un arquitecto llevando y trayendo materiales de las obras. Ahora trabajo en la parte de mantenimiento de las canchas de tenis en mi club Estudiantes".

Tomás dejó el béisbol, pese a que fue jugador del seleccionado juvenil y se destacaba en Cachorros, su club, pero se dedicó de lleno al sóftbol. "Veía subir a los otros al podio y decía, '¿cuándo voy a estar ahí?'. Todo esto me lleva a pensar que el trabajo tiene su recompensa. Estoy en la historia en la WBSC (Confederación Mundial de Béisbol y Sóftbol), no lo hubiese creído hace varios años, más allá de que fue un sueño".

Con 23 años, Tomás estudia, trabaja y practica sóftbol a mil kilómetros de su casa. "Al día de hoy estoy haciendo un curso de paneles solares a distancia también por mis horarios". Y dijo que su historia motiva a otros salteños: "Varios me contactaron, sé que fui pionero y me siento muy orgulloso de lo logrado".