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La pérdida de un hijo es devastadora, y la decisión de donar sus órganos recae en los padres en esos momentos de dolor. Luis Canelada, director del CUCAI Salta, destaca que este gesto altruista y compasivo puede ofrecer una segunda oportunidad a otros niños, transformando la fragilidad de la vida en un acto de esperanza. En Salta, hay cuatro chicos que esperan un trasplante renal, dos por uno hepático y un pequeño por uno cardíaco.
2 DE Noviembre 2024 - 22:42
Es difícil imaginar las emociones que atraviesan a un padre al perder a un hijo. Se trata de un enfrentamiento con la muerte sin igual, posiblemente uno de los momentos más devastadores que puede experimentar una persona. En esta dolorosa situación, hay ocasiones en las que la decisión de donar o no los órganos de ese ser pequeño recae exclusivamente sobre ellos, una elección angustiante.
La ablación es, por sí misma, un tema complejo de abordar entre adultos, pero se vuelve aún más complicado cuando se trata de la donación de órganos infantiles. Esta es una posición desgarradora para aquellos padres que aún ni siquiera han podido procesar su pérdida.
Para profundizar en este tema tan sensible, El Tribuno dialogó con Luis Canelada, director del Centro Único Coordinador de Ablación e Implante (CUCAI Salta).
El dolor se manifiesta desde dos perspectivas: por un lado, el padre que pierde a su hijo, y por el otro, el que ruega por una segunda oportunidad para el suyo. Canelada subraya que "la empatía es sumamente importante" en momentos como estos.
Cualquier padre que esté leyendo estas palabras seguramente siente una profunda inquietud; solo imaginar la muerte de un hijo provoca una intensa aflicción. Desafortunadamente, los tiempos fisiológicos son implacables. Mientras algunos padres lloran la pérdida de su pequeño, los médicos y terapeutas comienzan a considerar la posibilidad de que sus órganos puedan ayudar a otros a través de la donación.
Para abordar la donación de órganos, es fundamental entender que, en ciertos casos como los de bebés y niños, el cuerpo receptor es a menudo muy pequeño y no puede recibir órganos de tamaño adulto. Esto significa que la donación depende de familias de niños con enfermedades o lesiones terminales que estén dispuestas a donar.
Es solo a partir del diagnóstico de muerte cerebral que los médicos inician esta difícil conversación con los padres, quienes son los únicos que pueden autorizar la ablación. "La confirmación de muerte cerebral es un paso clave en este proceso", explicó Canelada.
Aunque pueda parecer cruel, es esencial obtener una respuesta lo más pronto posible. Si la respuesta es afirmativa, el mantenimiento del donante se vuelve crucial para evitar la pérdida de órganos, que, con el tiempo, pueden perder funcionalidad o sufrir alteraciones metabólicas.
"Es fundamental acompañar a la familia del paciente", afirmó el director de CUCAI Salta, quien destacó la labor de los terapeutas pediátricos. En el caso de los niños, "se forma un vínculo muy fuerte entre el médico y los padres", comentó. Brindar un acompañamiento compasivo y efectivo es una tarea esencial para el equipo médico.
La lista de espera, esa enumeración que ningún padre desearía ver con su hijo, incluye a siete pequeños salteños que esperan un órgano que les cambie y, en algunos casos, les salve la vida.
En la lista de espera renal hay cuatro niños de entre 12 y 17 años; en la lista hepática, dos chicos de 8 y 17 años; y la lista cardíaca está encabezada por un bebé de 2 años.
"Donar es dar vida", afirmó Canelada, quien subrayó que debemos pensar en la donación como una oportunidad para ofrecer una nueva vida.
La existencia de estos niños depende de la generosidad y el altruismo de una familia que, en su peor momento, elija darle a otro niño la posibilidad de vivir.
La fragilidad de la vida, esa delgada línea que separa el estar vivos del no estarlo, lleva a muchos a evitar pensar en lo que sucederá con su cuerpo una vez que el corazón deje de latir. Sin embargo, este es un tema que merece ser analizado con sumo cuidado y conciencia, ya que la muerte puede transformarse en un acto de amor a través de la donación de órganos.
Luis Canelada afirma que ser donante es "un acto de fe, de amor y altruismo", y añade: "Ojalá todos los salteños fueran donantes; más de un millón de personas podrían ayudar a dar vida a otros".
A lo largo de su diálogo, Luis Canelada abordó y desmitificó varios tabúes en torno a la donación de órganos:
En Salta son más de 111 mil las personas que manifestaron su voluntad de ser donantes de órganos, tejidos y células. La voluntad afirmativa a la donación se puede registrar de las siguientes formas:
Cabe recalcar que en el caso de que un donante salteño fallezca sus órganos irán prioritariamente, en el caso de que haya compatibilidad, a un receptor salteño. Si no hay ningún compatible pasa a intentar encontrar uno en la región NOA y sino recién al resto del país.
La detección de posibles donantes se hace en personas hospitalizadas por traumatismo encefalocraneano o por accidente cerebrovascular (ACV).
Según la Ley Justina (27.447) en Argentina se considera donante a toda persona mayor de 18 años que no haya expresado su oposición a la donación de órganos y tejidos.
La ley establece el principio de "consentimiento presunto", lo que significa que, salvo que una persona haya dejado constancia de su decisión de no donar, se la considera donante.
Aunque Luis Canelada expresó que le "gustaría que todos seamos donantes por voluntad, no por la aplicación de la ley".