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Edilma Pérez lucha por equilibrar sus responsabilidades profesionales con su vida.
Es una ficción apasionante y bien producida que no solo entretiene, sino que ofrece una mirada profunda sobre un período turbulento de la historia de Colombia.
24 DE Abril 2024 - 01:35
"Secuestro del vuelo 601", la serie colombiana de seis capítulos que se estrenó en Netflix el miércoles 10 de este mes, continúa siendo de las grandes favoritas del público argentino en la plataforma de N roja. Esta ficción profundiza en el dramático incidente del secuestro aéreo ocurrido en 1973 y recupera para los espectadores de hoy una historia plena de tensión y emoción, pero sobre todo de resiliencia humana.
Con un elenco estelar que incluye a Mónica Lopera, Ángela Cano y Christian Tappan, la producción es una auténtica representación del terror que sintieron y de la valentía que debieron hacer emerger los pasajeros y la tripulación involucrados en uno de los secuestros aéreos, con 55 horas de duración, más largos de la historia.
"Entre 1968 y 1973, época dorada de la piratería aérea, fueron secuestrados en el mundo 348 aviones. Más de la mitad de estos casos ocurrieron en América Latina, en donde las aeronaves eran llevadas a Cuba, bastión del comunismo. En Colombia se registraron 17 secuestros, entre ellos el más largo del continente. Esta es su historia". Este prolegómeno introduce a los espectadores en la ficcionalización -con muchas licencias- de un incidente real ocurrido en Colombia en 1973.
El vuelo 601 de SAM Colombia (Sociedad Aeronáutica de Medellín) fue secuestrado por dos futbolistas paraguayos el 3 de julio de 1973. Los delincuentes, armados, exigieron un rescate y amenazaron con hacer estallar el avión, en el que viajaban 84 pasajeros.
Los secuestradores afirmaron ser parte de un grupo guerrillero y exigieron una suma de dinero para liberar a los rehenes. El secuestro duró varias horas, durante las cuales las autoridades colombianas negociaron con los malvivientes para garantizar la seguridad de los pasajeros y la tripulación. Finalmente, estos se entregaron a las autoridades y todos los rehenes, ilesos, fueron liberados. El incidente llamó la atención sobre cuestiones de seguridad aérea y provocó cambios en los procedimientos de seguridad en vuelos en Colombia y otras partes del mundo.
Este secuestro se considera parte de la "edad de oro de la piratería aérea", un período comprendido entre los años 1960 y 1970 en el que los secuestros de aviones eran relativamente comunes, a menudo llevados a cabo por razones políticas o financieras, unos hechos cuya conciencia parece haberse perdido en el común de la población, motivo por el cual ya es una virtud de Netflix reinstalar el tema entre las audiencias actuales.
Lo más destacado de la serie son, sin duda, las actuaciones. Mónica Lopera brilla en el papel de Edilma Pérez, una azafata que lucha por equilibrar sus responsabilidades profesionales con su vida personal como madre de tres hijos, una condición que la privaría de trasponer las puertas de la Sociedad Aeronáutica de Medellín por aquella época. La actriz consigue transmitir con maestría la fuerza, la capacidad de adaptación frente a dos agentes perturbadores y una situación adversa, más la vulnerabilidad de su personaje ante una situación límite. Ella encarna la esencia de una verdadera azafata, haciendo que su interpretación sea convincente y conmovedora. Además, de que su osadía para estar un paso delante de los perpetradores en plena zona de desastre provoca risas y admiración en el espectador. A su lado, la Bárbara/María Eugenia de Ángela Cano se sostiene con naturalidad como la aliada incondicional de Edilma, que no es solo una coprotagonista o testigo, sino que también es de armas tomar.
Valentín Villafañe, por su parte, ofrece una interpretación cautivadora como el secuestrador Ulises. Su magistral desempeño para concebir a un despiadado y decidido criminal crea una sensación palpable de amenaza que impregna toda la serie. El actor es magnético, capta la atención del espectador con cada aparición y demuestra gran versatilidad al manifestarse en una miríada de estados de ánimo.
Además, destaca la atrapante trama que va más allá de un simple reporte de un secuestro aéreo. La serie explora la vida personal de sus personajes, destacando sus miedos, aspiraciones y los lazos de amistad que se forman en medio de la adversidad. La trama está tejida de manera muy competente, manteniendo a los espectadores enganchados en la historia y ansiosos por la resolución del secuestro.
La serie también hace un excelente trabajo al capturar el contexto histórico del secuestro, explorando el clima político y social de Colombia en 1973. Esto brinda una comprensión más amplia de los eventos que condujeron al incidente, enriqueciendo la narrativa y agregando profundidad a la historia. No hay que olvidar el buen manejo de secuencias no lineales a través del uso de flashbacks, las estructuras simultáneas y la experimentación con varios géneros.
En conclusión, es una serie apasionante y bien producida que no solo entretiene, sino que ofrece una mirada profunda sobre un período turbulento de la historia de Colombia. Con grandes actuaciones y una trama intrigante, resulta imperdible para quien disfrute de dramas históricos y thrillers de secuestros. Más aún, deja un testimonio de la resiliencia y la humanidad que pueden surgir en las circunstancias más oscuras.